Esta semana trataremos de dar respuesta a esta pregunta, que resume un poco las que habitualmente nos hacen los pacientes en cabina.

No vamos a responder directamente qué técnica funciona mejor, ya que, lógicamente esto depende del caso. Lo que si vamos a ir desarrollando son los pasos que hacen un tratamiento certero.

VALORACIÓN:

Lo que siempre funciona mejor es una buena valoración en la primera sesión, para establecer el diagnóstico fisioterápico. Es decir “poner nombre” a los problemas existentes para así establecer objetivos y buscar el tratamiento, o tratamientos, más adecuados.
También destacamos la importancia de hacer valoraciones sucesivas (reevaluaciones) durante el tratamiento, para ver si se van cumpliendo los objetivos, e ir abordando problemas que puedan aparecer, aunque a veces los cambios que buscamos no se producen durante la misma sesión y debemos dejar pasar tiempo para verlos.
Y ahora sí, tratando de responder a la pregunta, contestaré que, dependiendo de la valoración y del razonamiento clínico, habría que aplicar las técnicas que hayan demostrado mayor eficacia para el problema en cuestión. Es necesario tener en cuenta las preferencias-habilidades-capacidades-medios del profesional sanitario y las preferencias del paciente.

¿QUÉ TÉCNICAS SON MÁS EFICACES?

Después de haber realizado la valoración inicial y saber qué es lo que le pasa realmente al paciente y lo que necesita, ahora llegó el momento de elegir la mejor pauta de tratamiento. Y, ¿esto qué significa? Pues que habrá que elegir las mejores técnicas dependiendo de los medios que tengamos (tiempo, instalaciones, equipamiento) que puedan ayudar a mejorar el problema y que cuenten con la colaboración del paciente.
Es decir, si una técnica es estupenda pero al paciente le genera miedo, rechazo, estrés, poca motivación por participar… pues no va a ser eficaz del todo.
Eso sí, tampoco es lo más recomendable utilizar técnicas porque al paciente las prefiera (masaje, kinesiotaping, esta o aquella máquina…) si no van a resultar de utilidad en la recuperación (en ocasiones los pacientes pedís tratamientos que están contraindicados para su caso porque “se lo han hecho a un vecino y le fue bien”).
Lo de “si no duele, no cura” es un mito, así que hay que valorar la aplicación de técnicas intensas o incluso dolorosas si estas esta molestia no está del todo compensada con el beneficio terapéutico que se va a obtener. No se debe aplicar a todos los casos, aunque hay excepciones y circunstancias donde las técnicas pueden resultar incómodas.
En línea con lo que ya hemos dicho, habrá que optar por técnicas manuales, aparatos de electroterapia, movilizaciones pasivas, ejercicio activo, pautas y correcciones en domicilio que indiquemos al paciente… Para, en combinación, conseguir los objetivos deseados y hacerlos que perduren en el tiempo.

¿FRECUENCIA Y NÚMERO DE SESIONES?

Esto va a ser muy personal dependiendo de las características de cada persona y la lesión.
Actualmente, hay numerosos estudios que afirman que el trabajo activo de la musculatura implicada en la lesión consigue una recuperación más temprana y de mayor duración en el tiempo que las técnicas pasivas (por ejemplo, un masaje que es aplicado por el terapeuta y el paciente lo recibe sin participar en ello). De ahí que cada vez más se tienda a alargar los tiempos entre sesión y sesión para que la persona trabaje en casa los ejercicios aprendidos y haga las correcciones planteadas durante la sesión.

En resumen, no hay una técnica de elección para cada patología, lo que si hay son técnicas que han demostrado ser más efectivas que otras. Aún así, hay que valorar las características del paciente y su colaboración para conseguir los objetivos.